jueves, 7 de mayo de 2020

Fueron mis manos las que se enredaron (VII)

Pastora, “Desolado”.

Sn.  Una de las nueve parejas de mi vida. Esto del concepto “pareja” es discutible, no sé cómo definirlo. Quizá me refiero más bien a una de las nueve mujeres que se enamoraron de mí, o estuvieron muy cerca de estarlo.
Sn. desde luego lo estuvo, y la ruptura fue por consiguiente un tanto traumática. Recuerdo que incluso una amiga suya me abordó en Meetic para recriminarme que la hubiera abandonado. En fin, yo nunca la añoré ni pensé en volver con ella, después de varios meses de intentar romper y de ceder a sus ruegos de continuar. Sexualmente nos entendíamos bien y por tanto era difícil no ceder a la tentación de sus ofrecimientos.
Por otro lado, Sn. fue  el estímulo final que me decidió a poner fin a mi matrimonio, al convencerme a mí mismo de que nunca sería capaz de renunciar a la plenitud de una relación estimulante en muchos sentidos frente al sentido del deber de mantener una familia con hijos unida.

Mi relación con Sn. duró casi año y medio, en general muy placentera, pero yo andaba por entonces enfrascado en la búsqueda de la perfección, la mujer perfecta, la relación perfecta, o dicho de otro modo, el amor arrebatador y sin fisuras. Atracción, Conexión, Admiración... En aquella fase de mi vida aún creía en la posibilidad de conseguirlo, y Sn. no conseguía inspirarme lo suficiente. Hoy en día creo que seríamos una pareja perfectamente válida. De hecho nos volvimos a ver después de unos doce años, y me sorprendió la buena conexión que seguíamos manteniendo. Sin embargo, nunca he creído en las reediciones sentimentales, creo que están condenadas al fracaso, así que no quise remover viejas heridas y no continué el contacto.

La canción de Pastora, “Desolado”,  me la regaló ella en la época que estábamos rompiendo. Creo que la letra nos cuadraba bastante.


Una vez, solamente una vez, ya lo ves
Y no fueron mis pies
Que fueron mis manos las que se enredaron una vez
Solamente una vez
Y por más que lo pienso siempre noto el peso
Volvería a caer, volvería a saber
Que aunque tú me pierdas
Yo siempre me encuentro contigo
Cuando vienes vas, cuando vas no estás
Y yo vivo "enganchá" a los pasos que das
Yo no quise correr, solamente una vez
Me mandaron los pies
¿Dónde vas tan solo y tan tarde?
Que no te acuerdas de nadie
Cuando vas "cerrao", solito por la calle
¿Dónde vas? ¿Dónde vas?

Una vez, solamente una vez, ya lo ves
Una vez te perdí, una vez te seguí
Una vez, y dos, y tres
Una vez me enamoré del lado oscuro
De lo más chungo
Di tantas vueltas
Que perdí el rumbo
¿Dónde vas tan solo y tan tarde?
Que no te acuerdas de nadie
Cuando vas "cerrao", solito por la calle
¿Dónde vas?
¿Dónde vas tan sola y tan tarde?
Que olvidé los detalles
Porque voy "cerrá", solita por la calle
Solita por la calle, por la calle desidia
Que es dónde se pierden las niñas que van de excursión


Otra canción que me evoca aquellos tiempos es la de Bebe, “Siempre me quedará”.

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