jueves, 7 de mayo de 2020

Rápido y animal (VI)

Carla Bruni, “Quelqu’un m’ha dit”
A.  ¿Qué decir de A.? Una chica majísima. Finales de Marzo de 2004, justo antes de semana santa. Divertida y sin complejos. Al verla pensé que no me interesaba lo más mínimo, pero en fin, de nuevo las copas hacen ver las cosas más indulgentemente. Fuimos al Nao Colon, un restaurante normalito que había frente a la estación de Francia. La cena estuvo regular, pero ella hablaba por los codos, así que sin problema. Luego fuimos a un sitio de salsa en el Born. Ella bailó con un negro y después recuerdo que estábamos de pie en la barra y me arrimé. Ella se rió pero no se apartó, así que acabé besándola. Nos fuimos ya más animados. Recuerdo que nos tocamos en el trayecto de vuelta, eso tan ilegal y tan excitante de meterse mano mutuamente mientras vas conduciendo a toda velocidad por la autopista. Llegamos al aparcamiento donde había dejado su coche y estuve convenciéndola un rato. Al final accedió y subimos a su casa, ella puso aquel cd de Carla Bruni que a mí me encantaba… Lo pasé genial.

En las semanas posteriores nos vimos  varias veces, no sé, siete u ocho quizá. La llamaba a mediodia y me decia que sí, en media hora me presentaba en su casa y nos poníamos a follar sin más preámbulo. Me quedé a dormir en su casa dos o tres veces. Hacíamos unos 69 espectaculares…
Un día fui a verla a la tienda que tenía en Viladecans. Era ya casi la hora de cerrar, atendió a los últimos clientes y cerró persiana y caja. Me enseñó entonces la trastienda, un pequeño cuarto con cajas y un banco de madera. Nos empezamos a besar y sobar de forma calenturienta. Ambos queríamos follar allí mismo pero me avisó de que estaba con la regla. Le dije que me daba igual, me puse un condón y follamos allí sobre el banco, si no recuerdo mal yo sentado y ella sobre mi. Un polvo rápido y animal.
Lo cierto es que todos los encuentros con A. fueron placenteros, la única objeción era que ya tenía sus 40 años bien cumplidos, pero era un sexo completo, satisfactorio y prácticamente a la carta, sin compromiso ninguno.

Al final conocí a Sn., diez años más joven y con la que empezaba a haber una conexión prometedora, así que le dije a A. que lo dejábamos.  En cualquier caso guardo un grato recuerdo suyo. Para rematar, más tarde me enteré de que años antes había sido novia de un colega del trabajo.  Las vueltas que da la vida.


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