miércoles, 27 de septiembre de 2017

ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE.


En el universo Meetic, los contactos con otros habitantes de la galaxia se producen también en varias fases, como nos enseñó Steven Spielberg hace ya muchos años:


Primera Fase.   La Travesía del Desierto. 


(¿Estamos solos en el Universo?)


Esta etapa consiste básicamente en enviar señales y mensajes varios al espacio exterior, y explorar pacientemente el buzón de correo a ver si se recibe alguna respuesta. Los días - o las semanas - pasan sin que absolutamente nadie nos haga ni puñetero caso y las telarañas se acumulan, pero aún así, espoleados por una fe inquebrantable, hay que seguir insistiendo sin perder la esperanza. Cambiaremos fotos, cambiaremos el perfil, y exploraremos incansablemente decenas de perfiles femeninos, unos descartables, otros anodinos, basados en simples fotos más o menos atractivas, y otros más completos a los que escribimos sin ningún resultado. El desaliento hace mella en el ánimo, y las tentaciones de abandonar son constantes.
La versión femenina del desierto es mucho más breve, y consiste únicamente en filtrar, al principio con curiosidad y regocijo, al final con puro hastío, decenas de perfiles que han enviado flechazos, mails o similares, y decidirse a contestar a alguno.

Segunda Fase:   Comunicación a distancia.

(Los alienígenas existen.)

Por fin llega el día en que recibimos señales de vida extraterrestre: ¡Eureka! ¡Lo conseguimos! ¡Un mensaje! ¡Hay vida más allá de la pantalla!  ¡No estamos solos en el Universo!

Ahora bien... ¿se trata de vida inteligente? ¿Qué intenciones tienen esos seres? ¿Entienden nuestro lenguaje? Y lo que es aún más misterioso: ¿Por qué rehuyen el contacto con humanos? 

El mundo virtual tiene muchas variantes y posibilidades. No diré infinitas, ni tampoco especialmente satisfactorias, pero sí que constituye un notable pasatiempo para los habitantes del siglo XXI.

La duración de la segunda fase puede ser muy variada. Desde cinco minutos, a varios años. Y el resultado, también:
 Se puede extinguir la comunicación, y volvemos a la primera fase.
 Se puede avanzar a la tercera fase o
 nos podemos quedar estancados en la comunicación virtual, con diferentes posibilidades.

 En este caso se dan, entre otros, dos casos interesantes:

Uno es la amistad virtual, que suele consistir en una serie de mutuas confesiones íntimas que consolidan un vínculo aparentemente sólido entre ambos interlocutores, aunque en realidad se basa en pura ilusión. Creamos de esta forma un confidente virtual al que podemos contar todas nuestras angustias, y que nos puede aliviar la triste soledad de las largas noches de invierno, aunque en el fondo daría lo mismo que habláramos a la pared.

Bueno, es cierto que a veces esos intercambios verbales pueden ser divertidos e intelectualmente estimulantes, así que podemos concederles cierto valor intrínseco, siempre y cuando no lleguemos a confundirlos con una amistad verdadera. Se trata de algo que esencialmente sólo existe en tu imaginación. 
Estas “amistades”, como digo, pueden durar unas horas, unos meses o varios años, y en cualquier caso, tanto pueden acabar disueltas en la nada, como avanzar a la tercera fase. La más larga que mantuve yo duró más de ocho años, sin que sufriera cambios significativos.  Al final nos decidimos a avanzar a la siguiente fase... ya os lo explicaré otro día. 

Otra variante de los intercambios en la segunda fase consiste en el sexo virtual. Esto consiste básicamente en conversaciones de contenido erótico que pueden llegar a excitar a los interlocutores hasta el punto de llevarles a procurarse una autosatisfacción física en “compañía” virtual. Las distintas modalidades del asunto consisten en la conversación telefónica, la videoconferencia (o videosexo, más bien) o el simple chat. Cabe decir, en ese último caso, que el hecho de tener cada mano ocupada en una tarea diferente plantea algunas dificultades de ejecución que pueden poner en serio riesgo la consecución del objetivo… En caso de tener que elegir, el usuario suele prestar menos atención a la escritura por teclado, con lo cual la conversación suele decaer, o peor aún, empezar a adolecer de progresivas incongruencias, palabras inconexas y errores de ortografía que la convierten en una lectura asaz grotesca, cuando no cómica. No obstante, si ambos usuarios han conseguido la suficiente excitación, suelen pasar por alto esas menudencias y se centran en lo que realmente les interesa. Lo más recomendable es que uno de ellos asuma el rol de excitador y se centre por tanto en el tecleo adecuadamente ejecutado y el otro/a asuma el rol de excitado y se centre en los otros menesteres, más placenteros. A fin de cuentas, si en el mundo real lo del orgasmo simultaneo ya suele ser difícil de conseguir, no digamos en el virtual...

Pero bien, suponiendo que la comunicación durante la Segunda Fase progresa adecuadamente, es posible que avancemos a la... 


Tercera Fase.  
Encuentros con extraterrestres...

Finalmente, tras muchos esfuerzos para hacerse entender con una civilización tan superior, conseguimos convencer a algún especímen alienígena para que acuda a un encuentro físico. La excitación y el nerviosismo es fácilmente comprensible. Largos años de dedicación a la ciencia van a encontrar por fin su merecida recompensa. 

Ah amigos!  pero no todo iba a ser tan fácil. Para empezar, necesitamos 
un organillo tamaño catedral. Sí, ya sabéis, un chisme para hacer los sonidos aquellos tan graciosos de la película. A  falta del mismo, podéis sustituirlo por una invitación a cenar (ya se sabe, los alienígenas tienen gustos extraños...) 

Lo más probable es que aparezcan rodeados de luces y nubes de tormenta.  No os amilanéis, insistid en enviarles señales amistosas: “No temáis, somos inofensivos”, “Acercáos, acercáos, veréis que bien lo pasamos”. Con un poco de suerte (y mucho vino), hacia los postres ya los tendréis medio convencidos. Bajarán un poco su escudo defensivo… y entonces podremos pasar a la... 


Cuarta Fase: Abducción. 


(Continuará...)







De nuevo en Meetic

Han pasado dos años desde mi última entrada.  No es que sea muy relevante, ya que apenas nadie lee este blog. Pero bueno, ya que lo empecé, pues lo continúo.

Vuelvo a estar separado. La relación de baja intensidad que mantuve durante tres años acabó extinguiéndose, esta vez por iniciativa de ella. No la culpo, es lógico que ella aspirara a una relación más plena, un amor de verdad, implicado y convencido.


Lo único que me hace sentir cierto resentimiento es que ella se ha negado a conservar ningún tipo de contacto conmigo. Ni un mail, ni una llamada, ni un whatsapp. Ya me avisó que sería así, pero lo encuentro una postura absurda. Haber compartido tanta intimidad y tantos momentos durante tres años con una persona y luego borrarle de tu vida como si nunca hubiera existido, como si sólo hubiera sido un entretenimiento sin importancia.


Yo siempre he mantenido buenas relaciones con mis ex, con varias de ellas conservo buena amistad, nos vemos a veces,  vamos a cenar y hablamos de las parejas respectivas o de la vida en general.


En fin, nada puedo hacer al respecto, ya he intentado el contacto un par de veces sin obtener respuesta.


Por lo demás, he vuelto a meetic, sin ganas. Supongo que necesito unos meses de soledad para volver a ser capaz de ilusionarme. Hoy por hoy, no tengo ilusiones.


Y meetic no está resultando muy prometedor tampoco. A estas edades es difícil entusiasmarse por alguien. Y las pocas mujeres por las que uno se siente atraído ya han vivido mucho, ya saben muy bien qué quieren, a qué pueden aspirar, no se dejan enredar por cualquiera.


Así que mi primera reacción fue volver con C. mi ex. Ella estaba pasando también una crisis con su pareja actual, y además nunca ha dejado de quererme. Así que en un momento de obcecación nos pareció que podía ser buena idea volver a estar juntos, aunque sin convivir.


Tres meses y un viaje a Lisboa. Eso fue todo. Comprendimos que las viejas incompatibilidades seguían estando ahí.  Pero al menos ha servido para que ella consiga por fin librarse emocionalmente de mi recuerdo y rehacer su vida.


En cuanto a mí, desesperanza. Esta noche he quedado con otra ex, para ir a un concierto. No he conseguido nada mejor.