No pretendo venderme ni convencer a nadie. Sé
que mis palabras van a ahuyentar al 99% de vosotras, pero es que realmente sólo
me interesa el 1% restante.
Todos tenemos días buenos y días malos. Días
en que nada nos empuja a levantarnos de la cama.
Pero otros días incluso me reconcilio con la vida y todo. Y por algún motivo de difícil explicación sigo teniendo una esperanza absurda en que la proporción
de instantes de placer va a aumentar cualquier día de estos.
Mis grandes placeres suelen ser tres: la
música, la risa y el sexo. Con ellos he vivido esos instantes de plenitud sin
trabas en los que por unos momentos he sentido que valía la pena estar vivo.
Luego hay otros, menos frecuentes, quizá más completos: Logros personales, el
dar y recibir afecto de seres próximos, el a veces asombroso mundo que nos
rodea, la estimulación de los sentidos o la mente y algunas otras situaciones
concretas.
De los malos momentos mejor no hablar. Cada
uno sabe los suyos. Pero bueno, afortunadamente el cerebro sabe olvidarlos
deprisa: hay que reconocer que estamos bien diseñados para sobrevivir.
El resto de mi experiencia vital consiste en un
pasar el tiempo buenamente. Cumplir con las obligaciones adquiridas con los
años e intentar discernir dónde puede hallarse el resorte que me haga vivir de
nuevo un momento especial.
El conjunto,
como puedes intuir, carece por
completo de sentido.
¿Para qué buscar, entonces? No lo sé. Quizá
podamos hacernos compañía, quien sabe. Llevo ya un tiempo por aquí y os puedo
decir que sí, que esto funciona, que se conoce mucha gente e incluso personas
medianamente compatibles con uno. Otra cosa es que sigamos sin sentir que hemos
encontrado lo que buscábamos, o que las cosas funcionen como habíamos soñado.
Ya sabéis cómo son estas cosas, parece que cada vez nos cuesta más apostar por
una relación y hacer que funcione. ¿O realmente es que no se trataba de la
persona adecuada?
En fin,
yo sigo esperando sentir esa alegría íntima de saber que alguien está conmigo,
ese anhelar estar a su lado, ese esbozar una sonrisa cómplice al recordar su
mirada, ese entusiasmo de pensar que hay por delante un futuro a compartir
entre dos, ese vértigo de comprobar que el presente no puede ser mejor. ..
Bueno, cada cual sueña con lo que quiere, ¿no?
Pues eso.
Un brindis por los Monty Python.
Felicitaciones a quien haya leído hasta
aquí, y.... mucha suerte.
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