Ella y yo le sonreímos con una mezcla de
cortesía y caridad, y a continuación nos miramos. La manera en que ambos
colocamos nuestras pupilas en las del otro, y la manera en que acentuamos
nuestra sonrisa, significaba que más allá de lo que ocurriera en el mundo, más
allá de la inevitable estupidez que asolaba el universo, ella y yo hablaríamos
siempre el mismo lenguaje y nos tendríamos el uno al otro...
viernes, 24 de mayo de 2013
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