jueves, 30 de abril de 2020

Banda sonora para una vida (III)


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Xaris Alexiou, “Patoma”

S. La historia de S. me daría para llenar veinte o treinta páginas, de modo que mientras llega el momento de escribirlas, si es que algún día lo consigo, me limitaré a citar algún recuerdo fugaz.
Entre los muchos regalos que me hizo S. se encuentra esta deliciosa canción de una afamada cantante griega, que por supuesto no suele oírse en los penosos circuitos comerciales que suenan por estos lares.

Qué decir de S… A menudo he pensado que fue el gran amor perdido de mi vida. Sin embargo, el tiempo todo lo distorsiona, y cuando estuve con ella nunca sentí que en efecto, ella fuera el gran amor. ¿Entonces…?  Pues no sé, no tengo respuesta.

Por citar un par de recuerdos que no suelo evocar, me quedaría con una mágica primera cita en el piso de su pareja de entonces, que se encontraba de viaje aquella noche…

 Aquí podríamos aprovechar para tratar el tema de las infidelidades, que tanto juego da en el mundillo virtual así como en el real. Sin ánimo de extenderme, una primera reflexión sería que sí, que no se trata de un mito, que las “infidelidades” son algo habitual cuando una relación no es satisfactoria por el motivo que sea. Que la teoría es muy bonita, que si no estamos satisfechos debemos hablarlo con la pareja y cortar si es necesario, antes de empezar a pulular por esos mundos de dios. Pero la realidad, queridos niños y niñas, es que somos humanos y las cosas nunca son tan sencillas.

Yo habré estado con siete u ocho mujeres casadas o en pareja, cosa que siempre he encontrado sorprendente, puesto que no me considero un hombre especialmente atractivo. Sería lógico pensar que una mujer casada en busca de una aventura pasajera busca un hombre atractivo que colme sus sueños pasionales. Pues bien, ese pensamiento sólo sería reflejo de una muy pobre comprensión de la psicología femenina. Y, en cierto modo, también de la masculina. Las aventuras extraconyugales requieren sin duda, en ambos casos, una cierta atracción física. Pero lo que fundamentalmente se busca es la “sensación” de la aventura, la excitación de lo prohibido, el arrebato de vivir una situación especial y estimulante.  Y para eso, aparte de esa imprescindible dosis de atracción física, lo más determinante es saber jugar el juego de la seducción.

Volviendo a S,  que por cierto no entraría en la clasificación anterior, creo que aquella primera cita fue una de las pocas veces en las que una extraordinaria conexión virtual en el chat se tradujo en una experiencia real igualmente extraordinaria, para las dos partes, me atrevo a afirmar.  En cierta ocasión, después de uno de nuestros encuentros, me envió un mensaje diciendo “me siento como si me hubiera abducido un platillo volante y luego me hubiera devuelto a la Tierra”.

A mí nuestros encuentros me dejaban la sensación de haber vivido unas horas especiales, mágicas, diferentes. Sin duda, estar con ella siempre fue para mí una experiencia enriquecedora como persona.

Visto con la distancia, ¿acaso no consiste en eso el amor? Quizá no  únicamente… pero si volviera a revivir el pasado quizá tomaría decisiones diferentes a las que tomé…

Espero hayas sido muy feliz, pequeña hada…



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